¿Política o podredumbre?
Aquellos que tenemos o nos damos el tiempo para leer, analizar y reflexionar acerca de los acontecimientos que suceden en nuestro entorno, podemos fácilmente darnos cuenta que muchas cosas más que evolucionar se estancan y peor aún, pareciera que vamos como los cangrejos, para atrás. El no ser capaces de aprender de nuestros errores históricos o más aberrante, de no querer cambiar es de por sí por demás increíble y vergonzoso pero más vergonzoso es ver lo permisivos, displicentes, y tontos en que nos hemos vuelto como sociedad. Seguimos quejándonos de no tener un desarrollo como deberíamos pero poco hacemos para generarlo, seguimos viviendo injusticias palpables por parte de aquellos que se eligen para gobernar sin hacer mucho más que enojarnos entre sí pero sin exigir rendición de cuentas.
Pareciera que vivimos en una obra de teatro macabra en donde el final siempre es nefasto, pero más allá de dejar de presenciarla, nos quedamos a verla y todavía muchos pagan por hacerlo.
La actividad política bien implementada, tiene como objetivo el poder construir consensos y en el orden público, la responsabilidad de poder dirimir aquellas diferencias ideológicas y sociales dentro de una sociedad e implementar mecanismos (políticas públicas) capaces de solventar las continuas demandas ciudadanas. Se supone (aunque casi nunca pasa así) que no debe de obedecer solo a intereses particulares o grupales, que no debe haber mayor objetivo que poner a un lado dichos intereses y anteponer aquellos del colectivo, desde un pueblo, ciudad, municipio, región, estado o país. Es cierto que en todos los rincones del orbe se pueden presenciar algún tipo de injusticia, acto de corrupción o mal proceso de toma de decisiones pero esto incrementa exponencialmente en países aletargados en desarrollo, tal como el nuestro. Y por otro lado vemos naciones que han sabido generar consensos y apostarle al real desarrollo de sus tierras, tales casos como Finlandia, Holanda, Dinamarca, Alemania, entre otras.
Aquí pareciera si seguimos enfrascados en época feudal, en latifundios y peor aún, en época de esclavización autoimpuesta. En realidad es triste pero pareciera que hasta nos gusta vivir sufriendo, subordinados, cuales simples entes sociales sumisos e inertes. Por ello el mote de país “telenovelero” nos queda a la medida, seguimos presenciando una novela política tan repetitiva como las de las televisoras pero allí estamos apendejados y pegados al televisor, presenciando las mismas escenas y muchas veces a los mismos actores. Seguir consumiendo “Refritos” es una acción coloquial que queda como traje a la medida para describir este singular comportamiento. La prensa y columnistas juegan su parte, creando más trama y drama de lo que en realidad es y los políticos siguen dando muestra de que ellos actúan conforme intereses personales y de grupo en lugar de dejarse de fregaderas y trabajar incansable, pulcra y transparentemente.
Como siempre aclaro, que en mi opinión nunca generalizo ya que buenos ejemplos siempre existen, no son tantos como quisiéramos tener pero si existen aquellos idealistas que siguen dando la lucha desde sus trincheras. ¿Pero díganme ustedes estimados lectores, acaso no seguimos viendo más de lo mismo, no siguen pasando los años y pareciera no aprendemos de nuestros errores, acaso ya no vemos corrupción, desigualdad, arbitrariedad, impunidad y de más detestables comportamientos en nuestro entorno?
Reflexión
La política cualitativa la hace un pueblo cuando este se da cuenta que el poder está en sus manos, cuando se quita las cadenas que lo restringen, cuando anhelan un verdadero desarrollo armónico y social, cuando se quita la venda que lo mantiene en la oscuridad intelectual y se da cuenta que la luz y prosperidad es más hermoso que el oscurantismo.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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